Plan B Noticias publica la nota escrita por el periodista Oscar Christensen para el espacio Libertad de Expresión de este diario. Propone una mirada sobre las promesas y los hechos de Mauricio Macri.
(Por Oscar Ignacio Christensen) Las promesas de campaña de los candidatos políticos siempre tienden a complacer al posible elector; en esta oportunidad, las promesas de campaña fueron verdades a medias y omisión de las verdaderas intenciones en caso de llegar al poder.
El candidato Mauricio prometió no devaluar, eliminar el impuesto a las ganancias para los asalariados y jubilados, pobreza cero y desarrollo armónico de la sociedad. A casi cinco meses de asumir la Presidencia de la Nación, esas promesas de campaña solo quedaron en eso; promesas. La realidad es que los asalariados pagan más impuesto a las ganancias que antes, y no solo eso, hoy son más los asalariados que pagan ganancias que los propios empresarios que evadieron sus impuestos en paraísos fiscales, entre los que se encuentran muchos de los funcionarios nacionales actuales incluido el propio Presidente; la devaluación llevó a los precios de la canasta alimenticia al tope de la inflación y a los trabajadores a una situación de casi indigencia.
El ingenuo votante se dejó llevar por una realidad de ficción mostrada por las grandes empresas que disponen de medios de comunicación hegemónicos, en un marco de monopolización de la “des-información” para inculcar la “famosa grieta” que solo existe en aquellos que pretenden un país desigual.
Con la promesa de la apertura del cepo cambiario, el pago a los acreedores buitres y la lluvia de inversiones; los funcionarios responsables de la economía nacional están llevando a la Argentina al caos social y económico que nos costó muertos y miseria de la clase trabajadora. Estos mismos funcionarios que lavaron dinero para bancos extranjeros, entregaron las riquezas del subsuelo argentino a las petroleras internacionales, negociaron el “blindaje” que nos endeudó a tasas usurarias y promovieron el “mega canje”; hoy promocionan y aseguran que la misma política de desastre del pasado ahora tendrá un resultado favorable para los argentinos cuando todos sabemos que eso no es posible.
En una lectura rápida pero racional, cualquiera pudiera pensar que el actual Presidente de los argentinos vino para cumplir con las aspiraciones de los pequeños grupos económicos que expoliaron al país durante muchos años, y colocar a la Nación a los pies de las grandes corporaciones. Su política centralista y unitaria de desproteger al interior en beneficio de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, más precisamente al conurbano y el conglomerado financiero liderado por los bancos internacionales, recuerda los momentos más aciagos de la República; la explotación del mal llamado interior para beneficiar a unos pocos capitalistas y el menosprecio por los “cabecitas negras” que son la grasa de la Patria, tal como lo dijeran los mismos funcionarios nacionales para justificar despidos masivos.
Es la misma política centralista que aplican con la extorsión a los gobernadores provinciales para lograr la sanción de leyes antipopulares y excesos de atribuciones como es el caso de nombrar jueces de la Suprema Corte de Justicia afines a sus intereses a través de Decretos, menospreciando leyes y facultades del Poder Legislativo.
Ya no es creíble el concepto de la herencia recibida; la desfinanciación de las universidades públicas, el cierre de los proyectos nacionales de ciencia y tecnología, la falta de presupuesto para los proyectos de desarrollo juvenil, el despido de miles de científicos con investigaciones de trascendencia y el cierre del proyecto de los satélites comunicacionales argentinos hacen pensar que la prioridad es la extranjerización y el menosprecio de nuestros científicos mandándoles a “lavar los platos” como en el pasado no muy lejano.
Nadie está exento de errores en la ejecución de políticas públicas ni tampoco de mostrar una imagen de soberbia y autoritarismo pero, el resultado de sus políticas públicas son el inventario que la gente evalúa al final de su gestión.
Hubo un momento en nuestra historia que, el Congreso de la Nación y la sociedad argentina festejó el “no pago a deuda externa”; hubo un Presidente Provisional que anunció el Default como si fuera un gran avance pero después los argentinos debimos responder ante la comunidad internacional. Hasta hace poco, la Argentina no debía rendir examen ante los organismos financieros del mundo para decidir sus políticas económicas ni el manejo de su propia economía; nosotros éramos artífices de nuestro propio destino y hoy dependemos del humor de los gurúes financieros del mundo.
Uno de los principios de la política nacional, aunque mal que les pese a algunos, es aquella que dice que “la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés, el del pueblo”.
Esperamos con profundo sentimiento que el actual gobierno recapacite y logre la comprensión necesaria para entender a todos los miembros de la sociedad argentina.
Santa Rosa, 02/05/2016.-
Oscar Christensen.-