Personas trasplantadas y donantes de órganos, contaron su experiencia a Plan B y promovieron la donación para una mejora en la calidad de vida.
En la jornada por el Día Nacional de la Donación de Órganos, este medio recogió diversos testimonios de personas trasplantadas y donantes de nuestra provincia. Todos coincidieron en la necesidad de generar conciencia y donar órganos.
Uno de los casos, es el de Marcia Ponce, que recibió hace 12 años un trasplante de hígado. “Al año tuve un rechazo severo y volví a lista de espera. Tuve la gracia de volver a ser trasplantada por la solidaridad de esa familia que fue consciente y de ahí en adelante, traté de hacer una vida normal, más allá de los cuidados a nivel salud”.
—¿Tuviste que esperar mucho?
—En mi caso, no. Conozco gente que hace años que está esperando, pero lo mío, como fue una enfermedad autoinmune, tuve un deterioro muy rápido, a un mes que se me detectara la enfermedad. Entro en lista de espera, en emergencia nacional, estuve en coma farmacológico unos días, hasta que llegó el órgano gracias a una familia y me salvó la vida, porque no había opciones para mi caso.
Otro de los testimonios es el de Neri, quien contó que está en lista de espera desde hace ocho años y en tratamiento de hemodiálisis hace diez. “Es un tratamiento de cuatro horas y lo tengo que hacer tres veces por semana”.
—¿Cuál es tu calidad de vida?
—La calidad de vida es normal, cuidándote en las comidas, se puede llevar una vida normal. No afecta para nada.
—¿Podés estar mucho tiempo así o puede haber un deterioro y que necesites un trasplante?
—A mí me salva el hecho de que soy joven. Pero llega un tiempo en que puede haber deterioro.
Otro de los casos consultados por Plan B fue el de Fabiana, una donante renal. “Mi riñon fue hace tres años para una prima hermana y ahijada. Ella hacía un año y medio que estaba en diálisis y comencé a hacerme los estudios para ver si había compatibilidad y de seis puntos, dio cuatro. Ella fue trasplantada en Faerac y llevamos tres años del trasplante.
“Ella está en excelentes condiciones y no hubo ningún tipo de rechazo. No tuvo que hacerle diálisis luego del trasplante, que a veces se necesita y todo está en perfectas condiciones”.
—¿Cómo fue tomar esa decisión?
—En mi caso, no fue difícil. Ella no tiene a su mamá, que era mi tía y no tenía hermanos tampoco, por lo que eran pocas las posibilidades que tenía, de un familiar directo. Tomé la decisión porque era mi ahijada y la función de los padrinos es suplantar a sus padres. Creo que la madre hubiera hecho esto. Le consulté a mi hija de 23 años, y su respuesta fue un ‘sí rotundo’ y empezamos a hacer todo.
—¿Tu calidad de vida se vio afectada?
—No, hay que cuidarse, como todo el mundo lo debe hacer y por ahí uno tiene más cuidados, por el hecho de que sabe que tiene un solo riñón, pero se puede vivir toda la vida con él, sin ningún inconveniente.
Yo trabajo en salud y eso ayudó. Soy instrumentadora quirúrgica en Faerac y estaba con mi gente, mi ámbito. La decisión fue más fácil y mucho más contenida. Esto es promover que la calidad de vida del que dona es excelente y al que recibe, uno le soluciona un problema, para que pueda hacer una vida totalmente normal.