Este jueves se vivió un momento al menos llamativo: la diputada Sandra Fonseca, que se supone representa a la sociedad y no solo a sus intereses personales, se negó a reconocer la obra de una artista por una vivencia individual. Consiguió el apoyo del MoFePa y de Cambiemos. Todos se abstuvieron.
La que no contó con el aval minoritario fue Raquel Pumilla, una artista que sin dudas refleja en su trabajo las luchas populares de ayer y de hoy. De todas maneras, la Legislatura Pampeana aprobó el reconocimiento de manera unánime de los y las que votaron, ya que los que se negaron a hacerlo no tuvieron el valor de votar en contra, eligieron abstenerse.
Lo llamativo es que un reconocimiento oficial se defina por posicionamientos personales. Es cómo decir que por sus expresiones contra el fútbol en sus cuentos, contra el peronismo en sus declaraciones, Jorge Luis Borges no debía ser reconocido como una de las plumas más lúcidas de la historia nacional.
La comparación tal vez extrema y hasta poco atinada sirve para poner de relevancia que las diputadas Sandra Fonseca, Adriana Leher, Josefina Díaz y los legisladores Héctor Fazzini y Maximiliano Aliaga, son incapaces de ver el talento y el aporte en las personas que consideran ideológicamente adversarias. En su vida personal, si quieren que lo hagan, pero lo de hoy fue en un ámbito institucional y por cuestiones estrictamente individuales.
¿Qué pasó? El diputado Eduardo Tindiglia, de Nuevo Encuentro en el Frente Pampeano para la Victoria, propuso el reconocimiento de la obra de al artista plástica pampeana y contó con el aval mayoritario porque consideraron que Raquel Pumilla se merece un reconocimiento por su arte.
Sin embargo, Sandra Fonseca pidió la palabra para decir que se oponía porque “ella fue una de las que en una manifestación pintó el frente de mi casa”. Adujo que fue en el marco de una movilización contra su marido Juan Carlos Tierno y que no les importó que “adentro hubiera niños”. Rápidamente se solidarizaron con ella Cambiemos y el MoFePa.
Le faltó contextualizar que la protesta fue en los 87 días del gobierno de Juan Carlos Tierno, el democrático que mayor clima de hostilidad instaló en la sociedad, donde, siguiendo su argumento, provocó momentos de zozobra a todos por igual, sin distinguir edades, niños, niñas o personas adultas. Tanto fue así, que la justicia lo terminó condenando por abuso de autoridad al atribuirse funciones del Concejo Deliberante.
Y en el fondo, por más dolor personal que tenga, lo que se evaluaba era la obra artística. Si no les parecía relevante, podrían haberlo planteado en las instancias previas que los proyectos pasan antes de llegar a sesión ¿O será que no habían leído el temario?