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El fútbol, la literatura, la cocina de la escritura y los sueños, algunos de los temas abordados por Eduardo Sacheri en la Feria Internacional del Libro de Neuquén.
Eduardo Sacheri estuvo presente en la Feria Internacional del Libro de Neuquén, donde repasó su trayectoria y habló de literatura, en una charla celebrada en el Auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes.
Sacheri, autor de “Te conozco Mendizábal”(cuentos), “La pregunta de sus ojos”, “Papeles en el viento” y “La noche de la Usina” (entre otras novelas) habló de sus comienzos en el mundo literario, su relación con el cine y su pasión por el fútbol e Independiente.
Consultado sobre sus inicios como escritor, Sacheri dijo que desde chico le encantaba leer. “Tenía cuatro años y mi hermana mayor me enseñó a leer. Yo veía a mis viejos , a mi hermano , a ella leyendo y me hacía el que leía. Vino mi hermana, vio ese espectáculo penoso y me enseñó a leer. Imaginate, ella tenía 11 años, jugaba a la maestra con los peluches, y tenía uno de carne y hueso al lado. En dos semanas me sacó leyendo. Y no paré”, dijo.
“Cuando estudié en la Facultad (Sacheri es profesor de Historia) tuve que leer como loco y más o menos a los veinticinco años -ahora tengo cincuenta- cuando pensamos con mi mujer en la posibilidad de ser padres surgió la necesidad de escribir. Eso para mí fue movilizante.Yo había perdido a mi padre de muy chico. Era algo que me entusiasmaba, pero al mismo tiempo pensaba que era un desafío que estaba más allá de mis posibilidades. Y sobre todo, no tenía un manual, un padre, para ser como él o para ser distinto”, precisó.
“Y en ese momento escribí. Lo primero que escribí fue una carta a mi viejo, una carta simbólica, una carta inútil, una carta imposible de olvidar. Y me hizo bien escribirla, sin un destinatario más que yo mismo. Y en el fondo, yo sigo haciendo eso. Como soy bastante tímido y medio reservado, no me gusta hablar directamente de mí, pero inventando historias, lo hago, en el guiso que vos hacés y sazonás cosas tuyas y lo demás no saben. A mí me hizo muy bien escribir”, precisó.
“Empecé a escribir cuentos porque los podía escribir en uno o dos días. Y no es que sea más fácil escribir un cuento que una novela. Son complejidades diferentes, pero la ventaja de escribir cuentos, es que en poquito tiempo, te avivás si camina o no camina. Capaz que lo escribís en uno o dos días, aunque después lo corrijas un montón”, agregó.
“Yo siempre lo comparo con cruzar un río. En el cuento ves la otra orilla. Te metés a nadar y ves la otra orilla. Y la corriente te lleva, terminás en un lado u otro. Si la cosa camina mal, pegás la vuelta, porque seguís viendo la orilla de la que partiste. Yo demoré unos cincuenta cuentos y tres libros para decir que me iba a animar a escribir una novela, porque la complejidad de la novela es que te metés a nadar en un río cuya otra orilla no ves. Y cuando te metés a nadar, trabajás dos, tres meses, levantás el cogote y lo que ves es agua, para donde mires, lo único que hay es agua”, contó.
“¿Para qué escribía esos cuentos? Para nada, porque me sentía mejor. Y eso está bueno, porque no tenés expectativas, tenés menos lugar para la desilusión, en el sentido en que no es que uno no desarrolle sueños, pero los sueños eran ahí, a corto plazo. Mi meta con los cuentos, era que les gustaran a los que leyeran. Y un día me dijeron que le mandara unos cuentos de fútbol a Alejandro Apo, a la radio. En el año 1996, agarré tres cuentos, los imprimí y se los dejé en un sobre papel madera, con una carta, explicando que era su oyente”, dijo.
“Y él, a las dos semanas, se pone a leer uno. Yo salí de clases de la Facultad y le dije a mi mujer, que pusiera la radio, que lo grabara. Y mi sueño era, voy a grabar el cassette, donde me nombran en la radio”, agregó. “Y eso de la radio, hizo a la larga, que pudiera publicar un libro. Ser un desconocido y que te publiquen, es difícil. Me lo tomé con mucha calma, dejé tres cuentos primero, al año otros más y otros. Apo decía al aire ‘acá Sacheri me dejó unos cuentos’ Y no nos conocíamos. Y recién en 1999 nos conocimos, cuando había leído como quince cuentos míos. Y así Galerna publicó mi libro. Y mi sueño ya era ir a la librería y ver mi nombre en un libro”, agregó.
Para Sacheri, su pasión por el fútbol fue lo que impulsó todo lo demás. “El fútbol fue la locomotora que arrastró lo demás. Si no hubiera gustado el programa de Apo y a mí no me hubiera gustado escribir cuentos de fútbol, seguramente hubiera publicado, pero hubiera sido más difícil. Yo publiqué primero un libro de cuentos de fútbol y luego la editorial me ofrece publicar un segundo libro, con todos mis cuentos, que no eran de fútbol. Y en ese segundo libro, “Te conozco Mendizábal”, fue visto por Campanella, al que le gustó el título y le gustaron los cuentos. Y luego se compra “Esperando a Tito” y sigue comprando mis libros y pensó en usar unos cuentos para hacer un largometraje”, explicó.
“Y cuando estrena ‘Luna de Avellaneda’, en el año 2004, le consultan en qué se inspiró y dijo que había un escritor que le gustaba mucho, Eduardo Sacheri. Luego consiguió mi teléfono y me llamó a casa, me invitó a la avant premier y me propuso hacer algo juntos. Yo estaba escribiendo ‘La pregunta de sus ojos’. Publico el libro en el 2006, Campanella se lo compra en Ezeiza y me llama desde Nueva York, para decirme: esta es la historia que vamos a contar”, explicó.
“Y ya mi sueño no era ver mi libro en una librería, sino estar en el cine, que terminara la película que dijera basada en el libro de. Y confienso que lo hice como cinco veces. Me iba al cine a verl a película para ver los créditos”, contó entre risas.
“Creo que tuve suerte. Y se fueron dando cosas lindas. Se estrena ‘El secreto de sus ojos’ y cinco meses después ganamos un Oscar. Creo que vas construyendo los sueños a peldaños y a veces los vas cambiando. Por supuesto que hay otros, que son más permanente y tienen que ver con tu familia, tus hijos, tu equipo de fútbol. Esos son siempre los mismos sueños”, precisó.
Consultado sobre su relación con Campanella y el cine, Sacheri dijo que han escrito juntos guiones y que a él le gusta trabajar en los guiones de las películas. “Nuestra manera de trabajar era juntarnos. yo me hacía una escaleta, con quince escenas, las escribía, se las mandaba y él las retocaba y luego nos volvíamos a juntar. El guión de ‘El secreto de sus ojos’ fue toqueteado hasta en pleno rodaje, sobre todo la parte final de Darín, Pablo Drago y la escena de la jaula”, dijo Sacheri. “Si bien siempre es inevitable la comparación entre un libro y la versión cinematográfica de ese libro, nunca vas a encontrar lo que te imaginás en ella, porque todos imaginan algo distinto, pero es importante encontrar cierta esencia de lo que escribiste”, agregó.
LO QUE VIENE EN CINE
Sacheri adelantó que está trabajando en el guión de una nueva película, “La noche de la Usina”, su última novela, con la dirección de Sebastián Borensztein y los papeles protagónicos de Ricardo Darín y el “Chino” Darín.
RELACION ENTRE FUTBOL Y POLITICA
“Creo que el deporte y el fútbol en particular mueven un montón de resortes sentimentales que el poder político intenta capitalizar y Argentina no ha sido la excepción. Cuanto más capaces seamos de pensar al respecto, nuestra posibilidad de distanciarnos de esa manipulación, es mayor. Y de hecho, mi mirada sobre el fútbol, dista de ser inocente, naif, celebratoria. Cuando me dicen que soy un fanático de Independiente, me quedo pensando en la palabra fanático y es una palabra que no me gusta. Sí me considero un enfermo de Independiente, que remite a esa cosa de inmadurez, de fragilidad, de que mi ánimo o humor dependa de lo que pase con un club de fútbol”, dijo.
“Pero me niego a ser un violento, a ser un intolerante o a no reconocer cosas buenas en mis rivales, aunque les quiera ganar siempre. Por eso, la manipulación política es la brocha gruesa y hasta fomenta esta brocha gruesa, y básicamente es celebratoria de lo más bajo y lo más básico. Creo que se puede mirar el fútbol de una manera más compleja”, dijo.
LA COCINA DE LA ESCRITURA EN SACHERI
Yo requiero de una estructura para escribir. Hay escritores y escritoras que laburan diferente. En el cuento, entrás, tenés exito o fracasás y seguís. En una novela, estás cinco meses, podés clavarte ahí y fracasar. En mi caso, trato de precaverme de eso, teniendo muy clara la estructura. A mí una novela me puede llevar un par de años escribirla. Ahora, durante el primer año no escribo una línea. Estoy con un cuadernito, con apuntes, globitos, flechitas, cuadro sinópticos. Así laburo y hasta armar la estructura de la historia y a lo mejor eso me lleva meses y hasta un año y recién luego, me pongo a escribir”, dijo.
“Pero no es la única manera. He leído reportajes de Osvaldo Soriano, por ejemplo, donde decía que él encontraba una hermosa frase inicial y se lanzaba a escribir. Yo no soy capaz de eso y mucho menos, en una novela”, confesó.
“Como más o menos tengo una estructura muy clara, cuando me pongo a escribir sé por donde va a pasar el tren. Sé que sale de esta estación y termina en tal. Capaz, que salteo alguna estación o hago un rodeo. Luego sí corrijo como un energúmeno. Pensando en la tijera como corrección, hay una labor muy importante en quien escribe, que es el corregir, que es algo muy engorroso, muy tedioso, muy aburrido y no tiene nada que ver con la parte divertida y creativa, pero es necesario para que algún otro le pueda gustar lo que vos hacés” .
QUÉ LEE EDUARDO SACHERI
“Leo de todo, sobre todo, novelas y cuentos, lo mismo que escribo yo. Más que ensayo y poesía. No soy un buen lector de poesía. Leo vorazmente, un best seller que se vendió un montón o literatura más compleja, pero como trabajo de esto, cuando leo, no puedo evitar ver una imagen de mi abuela, y le busco las costuras a las cosas”, afirmó.
“¿Escritores que me marcaron como lector? Patoruzito, Patoruzú, Isidoro Cañones, Julio Verne, Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Osvaldo Soriano, Borges, Vargas Llosa. Todo lo que hemos leído y nos ha gustado es un guiso que está en tu cabeza cociéndose. Y vos lo probás y es tu guiso. Es una mezcla feliz, no porque sea buena, sino porque es tuya. Uno escribe a partir de ese guiso”, dijo.
LA CONSTRUCCIÓN DE PERSONAJES
“Los personajes se construyen con paciencia. Como dije, cuando me pongo a escribir un libro, lo primero que hago es la estructura. Qué sucede. Cuándo hacés eso, no sabés a quién le sucede. Y empezás a escribir y no estás del todo seguro como habla cada uno, como siente y a medida que lo ves actuar y lo escuchás decir, empezás a conocer al otro. Cuando empiezo el libro, los personajes son muñequitos que hacen cosas pero cuando empezás a escribir, empiezan a hablar los personajes unos con otros, los empezás a conocer y es la parte más linda de escribir un libro”, afirmó.
“Es un momento mágico en donde vos te sentás y laburás. Y no hay problemas en que tengas que ir a buscar a tu hija a la escuela o hacer otras cosas. Porque vas, la buscás y te volvés a sentar. Porque ya los conocés, pero eso es con paciencia. Como con la gente, darte el tiempo de conocer.la Y de fracasar también, porque hay días y días que no sale nada y pensás que lo que escribís es una porquería y probablemente lo sea, hasta que deja de serlo.
CERRAR UN CUENTO
“Creo que es algo difícil y uno de los grandes desafíos del cuento. El cuento es ritmo, es vértigo y esconde algo. En una novela, ella te puede ir abandonando de a poco, bajar el volumen, hasta llamarte a silencio. En un cuento, el silencio es abrupto. La última palabra es importante, más que el silencio anterior, que te sorprenda o que sea de una contundencia que te deje pensando precisamente en ese final. Por ejemplo: ‘en eso estaba cuando lo borró la descarga’, que es el final de ‘La espera’, de Borges. Recién ahí te enterás que lo están matando”, dijo.
“Lo que a mí me agotó más para terminar los cuentos era resistir el deseo de decirlo todo. Yo me doy cuenta que -y acá hago una analogía futbolera- que te tiren la pelota al pie, está bueno, pero si te tiran la pelota donde vos vas a estar dentro de tres segundos, es mejor, porque involucra tu movimiento. Entonces, está muy bueno cuando el lector te acompaña, está muy bueno cuando vos le podés poner la última pelota al lector y el lector sea el que lo termina. Es frustrante como lector. A uno le gusta que le digan todo. Y al mismo tiempo, hay una extraña belleza en la inconclusión, que te exige más como lector. Pero te confieso, que eso me costó.
LA PASIÓN EN SACHERI
“A mi me apasiona charlar, la pasión tiene un montón de formas, la pasión es sobre todo entrega, franqueza en esa entrega, yo vivo empeñado en una cruzada, en no simplificar y no edulcorar la pasión, en el sentido de que la pasión es algo humano, es el motor en lo que hacemos, es lo más profundo. pero guarda que en esa profundidad hay monstruosidad, también. Uno puede ser apasionadamente noble y apasionadamente violento, apasionadamente honrado o apasionadamente ambicioso, apasionadamente conversador o apasionadamente intolerante y todas son formas de la pasión”, dijo.
“En ‘El secreto de sus ojos’ el mismo personaje que se apasiona con un equipo de fútbol, se apasiona enfermizamente por una mujer al punto tal de decidir que no es de él o no es de nadie. O el personaje de Francella, que es un amigo apasionado, pero un alcohólico perdido. La pasión es una cosa compleja, como tantas cosas del ser humano, merecen que las saquemos, las miremos un poco y veamos qué tiene de bueno y qué de malo. Creo que somos pasión, pero también somos cerebro y está bueno que también seamos cerebro, porque nuestra cultura tiene que ver con la disposición a pensar también por fuera de la pasión”, cerró.
Horacio Beascochea