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¿Qué tienen en común una joven que cocina y vive con dos personas, otra que corre de madrugada y un chico vestido con un uniforme de colegiala? Que todos intentan seguir adelante y sobreponerse a tragedias personales.
Kitchen es la opera prima de la escritora japonesa Banana Yoshimoto. Publicada en el año 1988, fue traducida al español en 1991 por Junichi Mattsuura y Lourdes Porta. La obra está compuesta por tres relatos, Kitchen, Luna llena y Moonlight Shadow, que narran sobre distintas maneras de sobreponerse a pérdidas de personas queridas.
Los dos primeros textos cuentan la historia de Mikage quien de pronto queda sola luego de la muerte de su abuela. Cuando todo se derrumba aparece Yûichi, un joven conocido de la anciana y la invita a vivir en su casa, junto a Eriko, su madre.
Yûichi, Mikage y Eriko estrecharán lazos y harán de la comida, los diálogos y la vida cotidiana una forma de vida, consolidando una familia con una identidad que se va construyendo a fuerza de adversidades. Es que no solo Mikage perdió a su abuela. Eriko, ante la muerte de su esposa, decidió cambiar de sexo y convertirse en la madre del joven Yûichi.
—También convertirse en una mujer es tremendo, ¿sabes? —dijo Eriko un anochecer.
Levanté los ojos de la revista que estaba leyendo, y dije:
—¿Cómo?
La hermosa madre estaba regando las plantas de la ventana poco antes de ir al trabajo.
—Mikage, espero mucho de ti, por eso he tenido ganas de decírtelo. Yo también, cuando tenía a Yûichi entre mis brazos, mientras lo criaba, lo comprendí, ¿sabes? Hay muchas cosas amargas, muchas. En realidad, una persona que quiera independizarse tiene que cuidar de algo, ¿sabes? De niños, o de plantas, algo. Así conoces tus propios límites. Éste es el principio de todo…
Me explicó su filosofía de la vida en un tono cantarín, como una canción.
Me emocioné y dije:
—Hay muchas cosas duras, ¿verdad?
—Pues sí, pero una persona tiene que estar completamente desesperada una vez en su vida y, entonces, sabe a qué cosas de sí misma no puede renunciar. Si no, llegará a la madurez sin saber qué es realmente lo importante. Yo he tenido suerte, ¿no crees? —dijo ella. El cabello que caía sobre su hombro ondeaba—. Hay muchas cosas que…, creo que hay cosas tan desagradables que parecen estar podridas. Hay cosas tan duras que dan ganas de apartar la vista. Ni siquiera el amor puede salvarte del todo.
Sin embargo, ella envuelta en el sol poniente del crepúsculo, iba regando las plantas con sus manos delgadas. El anillo del arco iris pareció brillar con una luz cálida en el chorro de agua transparente.
Con una prosa directa y sencilla, la historia de Yoshimoto transita entre recetas de cocina, bares y la obstinada necesidad de construir un espacio de armonía que se resista al dolor, que espante el peso demasiado grande de la muerte. Los recuerdos verdaderamente entrañables viven y brillan. Con el paso del tiempo reviven con angustia, argumenta la protagonista.
También con pequeños encuentros, atesorados para no caigan en el olvido: Quería decirle que, si podía hacer algo por él, me lo pidiera, pero me callé. Sólo deseaba que le sirviera de algo el recuerdo brillante de haber estado juntos, sentados uno frente a otro en un sitio tan claro como aquél, tomando un té bueno y caliente. Las palabras son siempre demasiado explícitas y apagan del todo el valor de una luz tenue como aquélla.
Kitchen y Luna llena apuestan a no quedarse atornillado ante el sufrimiento. Cuando crezca más y más, me pasarán cosas diferentes, muchas veces me hundiré hasta el fondo. Muchas veces sufriré, muchas reapareceré. No habrá derrota. No dejaré de luchar.
Una cocina de sueño.
Habrá muchas, muchas. En mi corazón. O en la realidad. O en el destino de un viaje. O sola, o con muchos otros, o dos a solas, en todos los lugares de mi vida habrá seguramente muchas cocinas, se lee en uno de sus fragmentos.
Moonlight Shadow
Aquí, a diferencia de Kitchen y Luna llena los personajes están impactados ante la muerte. La protagonista también es una chica, Satsuki, que ha perdido a su novio en un accidente de coche. Para superar su dolor refuerza su amistad con el hermano del joven muerto, Shu, que también perdió a su novia en el mismo accidente.
Cada uno reacciona ante lo inevitable como puede. En el caso de Satsuki, se calza unos joggins y se dedica a correr de madrugada, mientras que Shu lleva puesto el uniforme de colegiala de su novia. En ambos casos, no era más que un modo de dar fuerzas a un corazón marchito. Distraernos para ganar tiempo”, reflexiona Satsuki.
Y en esas distracciones aparecerá Urara, una misteriosa mujer que establecerá una relación con los jóvenes y les permitirá continuar con su vida, alejar la expresión de quien lucha consigo mismo para no pensar en las personas que ha perdido.
Las historias de Yashimoto en Kitchen proponen curarnos las heridas, buscar ingredientes en lo cotidiano para salir del rincón oscuro donde pueden dejarnos la falta de quienes amamos y amigarnos con lo que no tiene respuestas; o por lo menos lograr una tregua necesaria para seguir viviendo. Con pasajes para releer más de una vez, afianza un pacto para vivir que consolidamos ante las pérdidas más dolorosas.
Horacio Beascochea