El periodista Javier Urban, se refirió a los resultados y la importancia de la elección donde sostiene que “apurados por desechar perdedores y endiosar ganadores, algunos, desde la arena política y periodística, parecen desconocer las circunstancias en las que el peronismo afrontó las elecciones en La Pampa. Cuando en el orden nacional puede llegar a terminar tercero, en nuestra provincia construyó la victoria y mantuvo el invicto”.
El texto fue titulado “La imprudencia de minimizar lo épico” y textualmente Urban señala lo siguiente:
Definitivamente los atenuantes son elementales circunstancias que influyen de manera decisiva en cualquier proceso y que explican por qué a un resultado no se lo debe merituar de la misma manera si esas circunstancias están o no presentes. Si habláramos de fútbol no es lo mismo disputar un partido ante un equipo que hace de local a 4 mil metros de altura que jugar contra el mismo rival en el llano. No es lo mismo afrontar un encuentro con un jugador menos porque un ágil fue expulsado a poco de iniciado el partido, que hacerlo con la normalidad de 11 contra 11.
Así como todos los futboleros entendemos que esos condicionantes deben ser tenidos en cuenta al analizar un partido, se me ocurre que la frase de Cristina en la promocionada entrevista de la noche del jueves, sobre el comprender textos y contextos, no aplica solamente a su candidatura que nunca fue, sino también al análisis de cualquier proceso político, por caso las elecciones de hace poco más de una semana en nuestra provincia.
Con la urgencia por rápidamente señalar a ganadores y perdedores, a determinar coletazos de la elección, a destacar triunfos y derrotas como históricas… a lo largo de la semana que pasó, muchos periodistas colegas, analistas y hasta dirigentes políticos, ni siquiera estoy hablando de los que se prestaron a operetas…digo periodistas profesionales, publicaron análisis que parecieron de habitantes de un termo, al interpretar los resultados como si las elecciones sobre las que posaron su mirada crítica se hubieran desarrollado después de un período gubernamental normal o, lo que es peor, que las mismas tuvieron lugar en una provincia que tiene trazada una suerte de alambrado donde no entra ni sale nadie.
Cualquier análisis debe contemplar la clave que es el contexto particularísimo en el que se dieron estos comicios. Se atravesó una pandemia inédita que arrojó poco menos de 130 mil muertos en el país y ciento sesenta y cuatro en La Pampa. Una guerra, la de Ucrania y Rusia, que le causó a la Argentina un perjuicio económico cercano a los USD 5 mil millones en su balanza comercial y un costo fiscal de $588 mil millones por mayores subsidios debido al aumento de precios y compras energéticas. A lo que hay que sumarle una sequía que afectó fuertemente el ingreso de divisas. Una inflación interanual de más del 108%.
Un deterioro social crónico y estructural de nuestra sociedad, que se explican más que por el aumento de precios (que es incontrolable) por la creación de nuevos empleos, el deterioro de los existentes y la caída de las remuneraciones, con diez millones de personas en Argentina que presentan graves problemas de empleo por estar desocupadas u ocupadas temporalmente y el fenómeno de trabajadores pobres, es decir ocupados que viven en un hogar con ingresos por debajo de la línea de pobreza.
El gobierno nacional es de extracción peronista y, por primera vez en la historia, el peronismo, que siempre ha sido (un poquito más, un poquito menos) la mitad de este país, definitivamente hoy es un tercio del mismo y corre el riesgo de quedarse afuera del ballotage en las elecciones presidenciales que serán de tres tercios, algo que advirtió Cristina en su reaparición mediática. Y en La Pampa, por segunda vez desde la vuelta de la democracia, el peronismo venía de una derrota en elecciones de medio término en un contexto mejor que el actual.
En medio de ese panorama que el peronismo de La Pampa haya perdido sólo 11 mil votos respecto a 2019. Que haya mantenido las intendencias de la capital, de la segunda ciudad con mayor cantidad de habitantes y de la población que más ha crecido en los últimos años. Que triunfara en la mitad de las localidades de la provincia, habiendo perdido en sólo dos de las norteñas y ganado en todo el oeste. Que mantenga el control de la Cámara de Diputados con los 15 legisladores y la facultad constitucional de que quien desempate sea la presidenta. Y retenido el gobierno provincial, es una victoria in-men-sa, épica.
Todo lo que se puede tildar como pérdidas del peronismo en estos comicios, y que en cualquier otra elección que no estuvieran signadas por el contexto nacional que sufrimos se podría calificar como tales, en estas elecciones se deben contemplar como girones inevitables que los estrategas oficialistas tenían en carpeta. Seguramente que ha habido derrotas inesperadas, pero en su mayoría son pérdidas lógicas que si a los popes del peronismo unos días antes, cuando se conoció el último dato inflacionario, se las daban a firmar a cambio del triunfo global para seguir manteniendo el gobierno provincial, no me cabe duda que corrían para usar la lapicera. Nunca se creyeron ellos, lo que le hicieron creer a cierto periodismo encerrado en un frasco, que revestía seriedad la encuesta que lo daba ganador a Sergio Ziliotto por más de 20 puntos, por más prestigio que quisieran darle a la consultora por la que claramente CB que se dejaron operar.
Por eso digo que lo de los reproches, pases de facturas, amenazas de profundos análisis, que se publicaron en la semana, desde lo que analizó textualmente un diario digital, un par de horas después de cerrados los comicios, de que Luciano di Nápoli quedaba muy bien posicionado para las próximas elecciones gubernamentales (algo que después retiraron, porque seguramente alguien de entre quienes les pidieron que lo publicaran así, textual, les habrá pedido, después, que lo quitaran)…desde ese suelto, todo lo que así se presentó, no son más que los pretendidos primeros posicionamientos para las elecciones que renovarán autoridades dentro de cuatro años.
Pero el contexto en el que se dieron estos comicios, lo decíamos la semana pasada, fue tan determinante, que hacía que Juntos por el Cambio celebrara una gran elección pero con ganas de balearse en un rincón porque con tanto viento a favor no pudieron cruzar la meta en primer lugar, más allá de que nunca antes habían perdido por tan poco. Igual fueron los de mejor performance entre los opositores que se presentaron en todo el país y es lógico que, entonces, se lo esté evaluando a Martín Berhongaray como posible pre candidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta. Sería sumarle más moderación al más moderado de los precandidatos de JxC y sería también la decisión de Martín de dejar para otro u otra el lugar como candidato a diputado nacional que caía de maduro retendría, después de la significativa elección que hizo dos domingos atrás.
Claro que ha de haber habido detalles propios de cada localidad que contribuyeron a que los resultados fueran los que se dieron, pero el contexto torna imprudente relativizar las circunstancias. Como a un equipo que, en Copa Libertadores de América, dio vuelta un resultado en la altura y logró superar una llave definitoria, es imprudente cuestionarle que no haya jugado tan bien como lo hace en el llano, cuestionarle al peronismo que no haya arrasado en las elecciones que se celebraron en semejante marco, es impropio. Tanto en un caso como en otro, había que ganar y se ganó.